Cada día sabemos más y entendemos menos. Albert Einstein

lunes, 24 de mayo de 2010

Para los padres

Probablemente tú -padre, madre- educas bien. Pero lo cierto es que hoy estamos educando mal, muy mal, a nuestros hijos.
Los vertiginosos cambios que se han experimentado en las últimas décadas como consecuencia de los avances tecnológicos, la globalización de los medios de comunicación, la plena integración de la mujer al mundo laboral y el auge del consumismo han impuesto un modelo de sociedad en las que la competitividad, la eficiencia, la rentabilidad, el consumismo y el hedonismo priman sobre las relaciones humanas y sobre la propia persona. Esta fuerte crisis de valores se ha traducido en un periodo de analfabetismo moral en las que la constante búsqueda de placer inmediato, la violencia, la corrupción, la injusticia y el egoísmo han hecho resquebrajarse los cimientos de la sociedad.


En el ámbito familiar, esencial para la formación de las personas, la falta de tiempo y la inversión de las escalas de prioridades han hecho que las familias pasen poco tiempo juntas, se comuniquen poco y, en no pocos casos, terminen desestructuradas. Los padres apenas conviven con los hijos y, cuando lo hacen, se impone la sobreprotección, la permisividad y la complacencia: están tan pendientes de satisfacerles que no se ocupan de inculcarles virtudes como generosidad, orden, trabajo, esfuerzo, autodominio o templanza. Por su parte, los niños se encuentran a menudo sin modelos de comportamiento y, como criaturas indefensas que tienen que sobrevivir en una selva llena de peligros, han emprendido sus propias búsquedas casi en solitario, encontrando referentes equivocados que, tristemente, les van vaciando sin que se den cuenta de lo que son en primer lugar: personas.